viernes, 24 de septiembre de 2010

La Pendiente Resbaladiza de la Maldad

Decía Platón: "Nunca será posible desembarazarse por completo del mal, pues siempre debe haber algo contrario al bien." Hablaba de la lucha de los opuestos: no puede haber "cara" si no hay "cruz" porque una se define respecto a la otra.
Esto puede valer también para nosotros mismos. Si lo aplicamos al ser humano, en el extremo podríamos encontrar tristemente a algunas personas que cumplen con un cinismo perfecto aquello de que "muchas veces hacemos el bien para poder hacer el mal impunemente" (La Rochefoucauld); sin duda, hay quienes realizan buenas acciones para encontrar una disculpa al salto de altura sobre el listón de la Ética. Es el engaño de la falsa Ética... Pero, como diría el novelista Khalil Gibran, "En el corazón de todos los inviernos vive una primavera palpitante, y detrás de cada noche, viene una aurora sonriente." Y supongo que eso también podemos aplicarlo al ser humano para no perder la esperanza; al fin y al cabo, todos no somos iguales: "Para que triunfe el mal, sólo es necesario que los buenos no hagan nada", diría Edmund Burke.
En fin, cuelgo a la derecha el último programa de REDES, titulado como este post.

RESUMEN:
¿Sabemos de qué seríamos capaces, cuál sería nuestro límite, en una situación extrema a la que nunca nos hubiéramos enfrentado? ¿Somos realmente quienes creemos que somos?

El psicólogo Philip Zimbardo explica en 'Redes' los detalles del famoso y macabro experimento de la prisión de Stanford, realizado en los años 70 para averiguar qué sucedía si se colocaba a gente buena en un lugar malvado.

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